INICIO
BIOGRAFÍA
PUBLICACIONES
PREMIOS
PERIODISMO
CRÍTICA
AFICIONES
FOTOS
CONTACTO
   

aficiones

 

 

CINE  

El cine ha sido para mí no solo una inagotable fuente de placer sino una terapia, un vicio compulsivo, una necesidad casi física, un medio imprescindible para sobrevivir. No me hubiera gustado vivir en otro siglo que no fuera el XX, porque me hubiera perdido el cine. Es una afición que se remonta a mi niñez, en la que vibraba con aquellos clásicos de aventuras que proyectaban cada domingo las salas de barrio. Si al comienzo me entusiasmaban los westerns y las historias de piratas, con el tiempo me atraería todo tipo de películas. El cine es la gran ilusión que nunca termina. Mi cineasta favorito: John Cassavetes. Un puñado de films que me apasionan: Avaricia, de Von Stroheim; La aurora, de Murnau; Lulú, la caja de Pandora, de Pabst; Las aventuras de Robin Hood, de Raoul Walsh; La fiera de mi niña, de Hawks; El halcón maltés, de Huston; Gilda, de Charles Vidor; Notorious, de Hitchcock; Duelo al sol, de King Vidor; Viaje a Italia, de Rossellini; Ordet, de Dreyer;  Sed de mal, de Welles; Los cuatrocientos golpes y Jules et Jim, de Truffaut; Adiós, Filipinas, de Rozier; Blow up, de Antonioni; Andréi Rublev, de Tarkovski; Faces, de Cassavetes; Lo importante es amar, de Zulawski.

--------------------------------------------------

JAZZ

Como en el caso del cine, el jazz es un arte del siglo XX y otra razón más para que me sienta bien anclado en mi época. Llegué a esta música por azar, gracias a la literatura. Como suele ocurrir, cuando era adolescente solo me gustaba el rock. Sin embargo, la lectura de Cortázar me impulsó a descubrir el jazz. ¿Quién era aquel iluminado saxofonista en el que se había basado para escribir El perseguidor? ¿Por qué deliraban tanto con esos discos los miembros del Club de la Serpiente en Rayuela? Así llegué a Charlie Parker y se me abrió otro mundo, el cual no ha cesado de ensancharse. No tengo una gran colección de discos de jazz porque, simplemente, he preferido invertir mis recursos en asistir a cuanto concierto o jam session se ha puesto a mi alcance. Mi mayor gloria: haber escuchado a Miles Davis y sus amigos en París, poco antes de su muerte. Otro punto alto: haber conocido a Dizzy Gillespie. ¿Qué más? ¡Uf!, ¿se imaginan lo que ha sido ver tocar a Charles Mingus, Stéphane Grappelli, Lionel Hampton, Max Roach, Ornette Coleman, Keith Jarrett, Horace Silver, Elvin Jones, Sonny Rollins o Wayne Shorter? La experiencia de oír jazz en vivo es privilegiada: uno se convierte en testigo de la creación de un artista en el mismo momento en que la lleva a cabo. Músico favorito: Charlie Parker, desde luego.

--------------------------------------------------


TOROS

Al igual que el jazz, descubrí los toros por mis lecturas. En el primer caso gracias a Cortázar, en el segundo por Hemingway. Quería descubrir por mí mismo qué significaba esa extraña fiesta que tanto fascinaba al escritor norteamericano, donde se celebraba el ritual de la vida y de la muerte. Si bien las corridas de toros son la fiesta nacional del Perú, mi familia no era aficionada y solo había ido a la plaza de Acho en una ocasión. Aunque tenía diez años, no había olvidado aquella tarde en la que un torero negro (el matador peruano Rafael Santa Cruz) le cortó dos orejas a un toro, las cuales blandió en el centro del ruedo mientras recibía la ovación del público. Era todavía un adolescente cuando volví a la plaza,  entusiasmado por los libros de Hemingway. No me importaba ir solo. Compraba la localidad más barata, en la última fila de Sol. Fue allí donde aprendí los secretos del arte de la lidia mientras oía los comentarios de los viejos entendidos. Desde entonces, nunca he dejado de experimentar una increíble emoción cada vez que voy a una corrida de toros. Si tienes la suerte de ver una gran faena, lo más probable es que te invada una sensación de belleza que no se puede transmitir con palabras y que te acompañará por el resto de tus días.

 

 

NOTAS

Jazz
El oscuro fuego del jazz

Cine
Sin el cine no podria vivir

Toros
Una tarde en Acho